sábado, 20 de agosto de 2011

El hombre de la mirada triste

La lluvia arreciaba y golpeaba incesantemente contra el cristal de la ventana, y sentado en un sillón había un hombre observando con la mirada perdida la tormenta de verano.

- ¿Qué te preocupa? Le preguntó su mujer.

El hombre siguió inmóvil, parecía que su tediosa tarea lo estuviera hipnotizando hasta que por fin rompió ese incómodo silencio.

- Querrás decir qué es lo que no me preocupa amor, han pasado tantas cosas en tan poco tiempo que aún sigo aquí, intentando asimilarlas. Todo parece una maldita pesadilla, una pesadilla que parece que nunca va a tener fin.

Y no le faltaba razón al inquietante hombre, hacía mas de un año que no lograba apenas sonreir, se le notaba herido y degastado como si los problemas fueran el pan suyo de cada día. Y por desgracia, asi era.

- Me encantaría desaparecer, irme lejos y que mi único problema fuera pensar que tengo que cocinar hoy. También desearía ver a esa persona que no tengo a mi lado y que sólo en sueños pueda sentirla de cerca una vez más, desearía volver hacia atrás.

La mujer se acercó lentamente hacia él y le tendió su mano en el hombro para que se sintiera mejor.

- Pero cariño, siempre tendrás a esa persona cerca de tí, cada vez que la recuerdes vivirá y estará al lado de tu corazón.

- Lo sé amor, dijo él. Pero ni te imaginas lo duro que es levantarte cada día y sentirte solo entre estas cuatro paredes, necesito hablar con alguien en esta casa y nunca consigo algo. Necesito socializarme y cuando tengo la ocasión no me nace, me estoy convirtiendo en un ser triste que necesita apoyo constante y no quiero seguir así. Hasta que no consiga salir de esta prisión nunca podré ser feliz.

- Ya queda menos Juanma, le susurró con su dulce voz.


"No hay ni un sólo día que no me acuerde de tí, ha pasado todo tan rápido que no soy consciente que ya hace un año que no te puedo mirar a los ojos y sonreirte.  Te echo de menos papá".

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